Desvela, ave albina, donde te enrolaste
para ver, de a una, todos los horizontes habidos
Cuéntanos, majestuosa figura:
donde te embarcaste para dar, con tanta libertad,
todos los rumbos de la mar.
Cuantas mareas viviste, volteadora,
hasta sortear tan veloz las olas;
en que balcón, de frías rocas,
te lanzaste prima y ávida al vacío
para nunca regresar,
donde perdiste el temor, petrel deslucido,
de ser pasto de su furia austral.
A cuantos marinos, cariñosa, acompañaste
hasta el remoto ocaso solar,
Dinos cuando, ladrona de sus versos,
desvelarás el secreto de tu suerte
y cuantas millas apuntas ya en tus derrotas.
A mil yeguas, encuentras tu el descenso,
y a cien yardas tus bocados,
descubre, secreta aurora,
qué buscas entre olas infinitas,
y si algún día, alma sustentada,
será la tierra tu guarida.
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